martes, 8 de mayo de 2012

A las ánimas benditas, que en el purgatorio están



           Hasta pasados los años cincuenta del siglo XX en Cogeces existía una hermandad de mujeres devotas a las que popularmente se conocía como animeras. Durante el mes de noviembre se reunían por la noche en la puerta de la iglesia parroquial y recorrían las calles del pueblo con faroles y una esquila que hacían sonar durante el recorrido y seguidamente repetían una jaculatoria que empezaba "Ánimas benditas que en el purgatorio estáis y grandes penas pasáis". En muchas ocasiones las invitaban a pasar a los domicilios para rezar por los fieles difuntos, sobre todo si el fallecimiento había tenido lugar recientemente; en agradecimiento recibían una limosna que ellas se encargaban de gestionar, principalmente en las misas de dicho mes. El recorrido llegaba hasta el cementerio donde se rezaba igualmente. Esta devoción se repite en muchos lugares e, igualmente, con el cambio de los tiempos fue desapareciendo. Seguramente tuvieran su origen a mediados del siglo XVII o en el XVIII, en este momento se difunde una serie de libros devotos, algunos como "Gritos de las almas del Purgatorio y modo de acallarlos",que describen minuciosamente cómo era este infierno y los numerosos dolores y torturas que pasaban las almas de los difuntos y las oraciones que había que hacer para sacarlas del Purgatorio o aliviarlas. Existen testimonios de varios habitantes de Cogeces sobre las diferentes impresiones, por un lado aquellos que lo conocieron en la infancia, antes de su desaparición, que lo conciben con un cierto alo de misterio, pero por otro lado está el testimonio de los más mayores que maduraron con este tipo de ritos y los asimilaron, proporcionando gran información sobre este grupo de mujeres, especialmente su organización y desarrollo. Igualmente de estos mayores también se han heredado historias que satirizan a esta hermandad, muy interesante es la del sastre de Cogeces y la de aquel, que cuentan que se subió a la tapia del cementerio con una sábana para asustarlas. Fue una devoción que se extendía por toda España y es especialmente destacable el documento fílmico que grabó Luis Buñuel en la comarca de Las Hurdes, "Terre sans pan", donde aparece la animera rezando y tocando la esquila entre las calles del pueblo. 

Miguel Herguedas



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