domingo, 10 de marzo de 2013

LOS PASTORES DE COGECES DEL MONTE EN EL TEATRO POPULAR


COPLAS DE PASTORES, O UNA BROMA DE CARNAVAL

Transcripción de la obra de Teodosio Arribas, 1921.


Consuelo Escribano Velasco y Manuela Gutiérrez López. 

Teodosio Arribas
La obra escrita a finales del primer tercio del siglo XX es un texto breve pero sin duda de una densa información a cerca de los pleitos entre agricultores y pastores en Cogeces, los topónimos del término municipal, los nombres y apodos de los pastores de la época, sus costumbres, indumentaria, animales, su corporativismo y protección frente a los conflictos que a causa del ganado pudiera haber, la existencia de guardas del campo, los problemas a los que la justicia y los damnificados habían de enfrentarse. 

La introducción nos presenta el lugar de encuentro, en la taberna, entre personajes singulares siendo el hilo conductor del prólogo la conversación del maestro y la tabernera, conocida como la Coca. Se van uniendo los agricultores, quienes personifican la parte demandante en el pleito. 

Teodosio Arribas fue, sin ninguna duda, un hombre de inquietudes culturales, que, entre otras muchas cosas, tuvo la aficción de escribir y a quien debemos mucha información sobre su mundo y cómo el lo veía, a través de documentos sencillos que en el mundo de la investigación son conocidos como “las escrituras cotidianas”. 
Chozo llamado de Monago. 

Transcribimos, en esta ocasión, su obra Coplas de pastores o Coplas de carnaval, para el disfrute de todos nuestros lectores. 

D. Salvador: Buenas Tardes Sra. Juliana. 

Sra. Juliana: Buenas tardes Don Salvador ¿Qué se le ofrece? 

Don Salvador: Ponga un chato de vino tinto y un charrillo. Hay que ver, no pasan los años por usted Sra. Juliana. 

Sra. Juliana: ¡Ay Don Salvador, qué cosas tiene usted!. Y lo pasao, pasao. 

(Vienen los labradores a jugar la partida y a echar un chato de vino. Un labrador se dirige al maestro) 

Labrador: ¿Qué tal los chavales hoy? ¿Ha estado muy alborotado el gallinero? 

Don Salvador: Como todos los días hijo, con sus bromas y sus diabluras. Y abrazando poco los libros. 

(Salen mas labradores comentando y a coro saludan a la cantinera) 

Todos: Buenas tardes Sra. Juliana. 

Sra. Juliana: Buenas tardes fumistas ¿Qué vais a tomar? 

Labrador 1: Pónganos unos cacahuetes y unos chatos Señora Juliana. 

Labrador 2: Y una baraja pa jugarnos los reales hoy, a ver donde queda la suerte. 

Labrador 1: ¡Vaya la que le han preparado al tío Desiderio!. 

Sra. Juliana: ¿Y qué le ha pasado? 

Labrador: Que le han careado la avena. La cosa está muy fea. 

Sra. Juliana: pues si es cosa de pastores ya veremos en lo que queda. 


PRIMERA PARTE. 

Si quieren saber señores quien se ha comido la avena, unos dice que Farruco, otros que el hijo la Eusebia, otros dicen que fue churro y el Churro nada contesta, pero Catujo declara que el Churro no pisó en ella, que le ha visto en la Solana atándose las correas, en compañía del chico, del buche y de la perra. 

El Churro por replicar, dice que el daño en la avena le ha causado el tío roñero o el pastor del tío Cadenas. 

El tío roñero enfadado echa sapos y culebras, diciendo que aquel día se encontraba en Peroleja, que habrá sido Merlucero que anduvo en Valdelamuela tomando un caldero de leche con su esposa Magadalena. Pero merluzo declara que esa no es verdad cierta, que aquel día estuvo en casa golpeando las cencerras y para probar verdad pone al chico la borrega. Pero Lupinio declara que el ya de nada se acuerda. 
Foto: José María Sacristán

Salen los guardas del campo a reconocer la huella pero los torpes no saben si es de cabra o de oveja, sólo que en un cornijal han hallado cuatro huellas de albarca de automóvil y Flores es quien las lleva. 

Pero Flores que comprende que la capa se le quema, dice que el tío Pelamangos anduvo cerca de ella. 

El hijo del tío Sevitos que no sale de las era, dice que Santos, el Moro, anduvo por la Piquera y que el cabrero de Cristo iba con el alma a cuestas corriendo tras de las cabras, en dirección a la avena, pero Julián Remiso las ha soltado la perra y Pelamangos, el chico, hizo la misma proeza, de suerte que está probado que antes de llegar a ella quedaron bien detenidas sin que comieran la avena. 

Pues el Muella y su cuñado, dicen que por la Chorrera anduvbieron aquel día embadajando cencerras y que oyeron a Vitorio que los Riegos por la senda rabonaron bien los trigos y acaso también la avena. 

Manifiesta sinforoso que el anduvo por Contera y que su padre y su hermano fueron por la Raposera. 

Olegario, el cabrero, bien claro lo manifiuesta, que Chicola y teresón allí durmieron la siesta, mas estos buscando excusas quieren cargarles la mecha al chico de Paliquero y al zagal del tío tormenta por que allí tiene la rede y llevan pocas ovejas, sin hierro pues suenan mal y no parecen cencerras. Solo que los guardias dicen que todo es una pamema, que la huella no es de chico si no de grande y con fuerza. 

Merlucero padre dice a qué darlo tantas vueltas, de Isaac y sanguijuelo son las dos redes primeras; estos saltan como corzos y sin pelos en la lengua declaran que fue chivito por descuido que tuviera. 

Chivito, muy sosegado, dice: téngase en cuenta que con Prudencio, el Moro, estuve en Valdelaperra y que lo prueba en acto con Farruco Panaleta y con Jesús el Pedrito que estaba en la Peñuela. 

Fortunato Sanguijuelo, el que la cabrada arrea, dice que Chucho es el reo por atropellar la avena; a Chucho, que igual le da veinte en bastos que cuarenta, como es pastor del alcalde ni declara ni lo niega. 

Desiderio que es el amo de la careada avena dice que no se conforma, siga adelante la comedia y provisto de papel, con su tintero y las pruebas, ha presentado denuncia y al juzgado se la lleva, ante las barbas del juez, que examine bien las pruebas y en la otra segunda parte, veremos en lo que queda. 

SEGUNDA PARTE 

Foto: José María Sacristán
Comparecen al juzgado con el palo y la zamarra el hijo del Paliquero, el primero que declara. Este culpa a chivito, Chivito a Pelamangos, Pelamangos a Jesús, a Fortunato y a Santos. Santos mira a Tormenta, Tormenta que ha sido Muelle, Muelle que Prudencio, el Moro…y así ninguno se entiende. 

Por que Isarrico les culpa a Churro y a Teresón, estos culpan a Merluza, a Remiso y Lupinión. Lupinión a los tres Riegos, estos que ha sido Olegario, Olegario que Sevitos, Sevitos que ha sido Ignacio. Catujo es el mas formal y delata al tío Roñero, el tío Roñero a Isaac, Isaac a Cristo, el cabrero. 

Entre chicola y el Chucho debe andar el perejil, pero Victorio replica no debe ser esto así. 

El juez todo renegado no sabe qué preguntar y el secretario le dice ¿Cómo va usted a sentenciar? 

El fiscal malhumorado se queda mirando a todos: señores, es imposible, aquí se condena a todos. 

Los guardas bajan la vista sin atreverse a mirar, que su conducta les dice vais a tener que pagar. 

Por que Desiderio pide que le pongan dañador y las pruebas no declaran delatando algún pastor. 

Los adjuntos se sonríen y mirando al juez de paz van diciendo con la vista…a la cascajera a cobrar. 

El tío Leocadio es el juez, mejor sería si no fuera, que en juicios como el presente no se dicta bien sentencia. 

El alguacil disgustado, aunque no lo manifiesta, tira el gorro por el suelo al ver perdidas sus dietas. 

El secretario que es lince al juez dice un recadillo, este ordena que se salgan los pastores al pasillo. 

El tribunal delibera en armonía de todos, que paguen a prorrateo el daño, costas y todo; y en una firme sentencia el resultado dispone, que pues el daño es de ovejas paguen todos los pastores. 

Mas estos no se conforman y apelan a peñafiel, que es cabeza de partido y les ampara la ley. Más nunca falta quien media limando asperezas diciendo: chicos a escote todos paguemos las berzas. 

Al juez como al secretario llenándolos de improperios depositan las pesetas y el juicio queda cubierto. 

Así son todos los juicios tratándose de pastores, no aparece la verdad aunque se hunda la torre. 

Pobrecillo Desiderio, no vuelve mas al juzgado, le han careado la avena y no le pagan el daño y los pastores se ríen cuando salen del juzgado. Pobrecillo Desiderio, no vuelve mas al juzgado, pues si se quiere pelar tiene que ser él pelado.
Foto: José María Sacristán

Consuelo Escribano Velasco y Manuela Gutiérrez López. 

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